Michael Reynolds es un arquitecto que rompió con las reglas y decidió construir un nuevo tipo de arquitectura, una arquitectura basada en el respeto por el medio ambiente, la reutilización y la autosuficiencia total.
El arquitecto es el fundador de Earthship Biotecture, una organización que fomenta y promueve el desarrollo de las Naves Tierra en todo el mundo, organizando talleres y seminarios de aprendizaje. Pero, ¿Qué es una Nave Tierra? Esto ya lo hemos explicado en profundidad en este artículo, pero en resumidas cuentas es una casa hecha de materiales naturales o reutilizables y que reducen al mínimo el uso de energía y combustibles fósiles. Para la construcción se reutilizan llantas de automóviles viejas, botellas de vidrio y frascos, que funcionan como ladrillos.
Como explica el mismo Reynolds, las naves terrestres se basan principalmente en cuatro elementos:
- Orientación: Están diseñadas de tal manera que se optimiza la captación de luz y el calor solar.
- Reutilización de Materiales: Reciclados de todo tipo.
- Uso de Energías Renovables: Como la energía solar y eólica para el consumo doméstico. Al ser independiente de la red de suministro habitual, es posible construir naves tierra en cualquier zona.
- Instalación de sistemas de captación y almacenamiento de agua, y tratamiento de aguas residuales mediante sistemas de filtración y drenaje.
La Nave Tierra del fin del mundo
En enero de 2014 se concluyó la construcción del proyecto “Tol-Haru, el Barco Tierra en el Fin del Mundo” en Ushuaia, Argentina. Esta se trata de “La primera casa autosuficiente de América Latina”, impulsada por el actor Mariano Torre y su esposa Elena Roger, miembros de la Fundación NAT (Naturaleza Aplicada a la Tecnología) además de contar con el aval del intendente de Ushuaia, Federico Surano. Reynolds eligió la ciudad del “Fin del mundo” como símbolo de una nueva relación entre las personas y el planeta basada en la armonía y el respeto.
La casa fue construida por más de 60 personas (de todo el mundo) y en el proyecto se reciclaron 333 neumáticos, 3000 latas de aluminio, 5000 botellas de plástico y 3000 botellas de vidrio. El edificio terminado consta de dos cilindros de 50 metros cuadrados y un marco de vidrio que permite que la casa mantenga una temperatura constante entre 18 y 22 grados, ahorrando electricidad.
El proyecto se considera altamente sostenible en varios sentidos: desde la refrigeración y calefacción hasta la masa térmica (evitando el uso de combustibles fósiles) y al estar construido con materiales naturales y reciclables. Captación integrada de agua de lluvia, filtración, limpieza, tratamiento de aguas residuales, producción sostenible de frutas y verduras y suministro de energía a través de energía eólica y solar.
Más imágenes de la Tol-Haru
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