¿Alguna vez notaste que en la naturaleza nada es considerado un residuo? Tal vez los seres humanos debamos aprender de ella para dejar de contaminar nuestro planeta. Por fortuna, un modelo de gestión llamado Economía Circular se erige para brindarnos una solución a este problema.
La Economía Circular es un modelo económico que tiene por objetivo maximizar el aprovechamiento y el valor de los recursos durante y después de la elaboración de productos, minimizando la generación de residuos no aprovechables.
Esta doctrina se presenta como un ciclo de desarrollo positivo, regenerativo y continuo que preserva y mejora el capital natural, optimiza el rendimiento de los recursos, y maximiza la eficiencia de los sistemas detectando y eliminando factores negativos externos. En definitiva, modelo intenta desvincular el desarrollo económico global del consumo inconsciente de recursos finitos.
Adoptar los principios y los fundamentos de la economía circular implican darle la espalda definitivamente a la cultura de la economía lineal que se instauró con la Primera Revolución Industrial, y que generó y continúa generando una serie de impactos ambientales que a la humanidad le siguen pasando factura. La economía circular propone un modelo que compensa los problemas de escasez de la economía lineal y propone cambios profundos en los ámbitos sociales, políticos y económicos.
Consecuentemente, la economía circular es un concepto económico que se enmarca dentro del desarrollo sostenible, y que cuyo objetivo es la producción de bienes y servicios reduciendo el consumo y el desperdicio de materias primas, agua y energía, basándose en el principio de “cerrar el ciclo de vida” de recursos, productos, servicios, residuos y materiales.
Como sistema holístico que cada vez más empresas comienzan a utilizar para repensar sus ciclos productivos, la economía circular está adquiriendo mucha popularidad a gran velocidad en el momento actual. Entre otras cosas, trabajar sobre la base de sus principios permite solventar un montón de deficiencias durante la fabricación de productos o la prestación de servicios, optimizando el consumo de recursos, reduciendo la generación de residuos y subproductos desechables, y aportando nuevas fuentes de producción y ahorro de energía.
Desde el punto de vista ambiental, la economía lineal es un sistema que describe la producción de bienes y servicios como un proceso de transformación que inicia con la extracción de recursos naturales y acaba con la generación de residuos. Este modelo de economía tradicional de «tomar, usar y tirar » que se basa en el consumo de grandes cantidades de energía y de materias primas baratas y de fácil suministro, ha sido un factor fundamental del desarrollo industrial de las naciones y a generado un nivel de crecimiento sin precedentes en la historia humana.
No obstante, persistir con este modelo en nuestros tiempos actuales nos está llevando a unos niveles de escasez, volatilidad de precios y crecientes riesgos asociados a la cadena de suministros que la economía actual no podrá resistir por mucho más tiempo. Por simple lógica deductiva, si todos los productos acaban por convertirse en residuos se llegará a un punto en que los recursos se harán cada vez más limitados y su eliminación supondrá un enorme coste ambiental.
Las consecuencias ambientales negativas relacionadas con el modelo lineal representan un verdadero desafío para la creación de riqueza a largo plazo. El agotamiento de las reservas de bajo coste, junto con el deterioro cada vez más acentuado del capital natural, está afectando a la productividad de la economía mundial. Entre los impactos negativos más característicos causados por las actividades humanas tenemos al cambio climático, la degradación del suelo, la pérdida de biodiversidad y del capital natural, y la contaminación del aire y de los océanos.
Adicionalmente, se calcula que la población mundial llegará a las diez mil millones de personas para el 2050, y de todas ellas se estipula que unas tres mil millones alcanzarán un estatus social de clase media, lo que supondrá una modificación de sus pautas de consumo y la demanda mundial de energía y material primas subirá drásticamente. Todo esto puede llevar a una acentuación de la situación de escasez que, a no ser que se empiece a trabajar con modelos más próximos al circular, generará una gran inestabilidad global.
Es aquí donde hace acto de presencia este modelo rompedor. La Economía Circular pretende instaurar un nuevo paradigma en el modo que producimos y consumimos para encontrar un modelo económico sostenible y responsable. Incluso las previsiones menos alarmistas admiten que ya en la actualidad tenemos un grave problema de sostenibilidad, por lo que se necesita hacer cambios en todos los niveles para concebir una solución a mediano o largo plazo, considerando la escasez de los recursos que amenazan el funcionamiento del sistema económico. Esta solución NO deber servir para ganar tiempo, en su lugar, debe servir para sentar las bases de una economía del futuro preservando la sostenibilidad del planeta.
Ante el panorama de escasez y contaminación en el que nos encontramos actualmente, la necesidad de una gestión más eficiente de los recursos y de la energía junto con la necesidad de un mayor uso de fuentes de energía renovable priman entre los objetivos más importantes para alcanzar la sostenibilidad. Para ello, la economía circular descansa sobre 3 principios como mecanismo para alcanzar dichos objetivos.
1° Principio: Preservar y mejorar el capital natural, controlando las reservas finitas y equilibrando los flujos de recursos renovables.
Cuando se necesitan recursos, el sistema circular debe seleccionarlos sabiamente y elegir tecnologías y procesos que utilizan recursos renovables o del más alto rendimiento, siempre que sea posible. Una economía circular también busca aumentar el capital natural fomentando flujos de nutrientes en el sistema y crear las condiciones para la regeneración del suelo.
2° Principio: Optimizar el rendimiento de los recursos, circulando siempre productos, componentes y materiales en su nivel más alto de utilidad, en los ciclos técnicos y biológicos.
Esto quiere decir que se debe diseñar los productos para que los materiales y componentes puedan reelaborarse, renovarse y reciclarse y así mantenerse circulando en la economía durante el mayor tiempo posible. Los sistemas circulares deben utilizar bucles internos lo más ajustados siempre que sea posible, preservando la energía incorporada así como otros valores. Estos sistemas procuran extender más la vida del producto y optimizar la reutilización. El hecho de compartir incrementa la utilización del producto.
3° Principio: Promover la eficacia de los sistemas, detectando y eliminando del diseño los factores negativos externos.
Ello incluye reducir el daño causado por sistemas y áreas que afectan a las personas, tales como el de los alimentos, la movilidad, la construcción, la educación, la sanidad o el entretenimiento y gestionar externalidades tales como la contaminación del aire, el agua, la tierra, el ruido, las emisiones de sustancias tóxicas y el cambio climático.
De acuerdo con los principios de la economía circular, para poder implementarla exitosamente, y a cualquier escala, será necesario tener en cuenta 5 factores fundamentales que detallaremos a continuación:
1. Eliminación de los residuos desde el diseño: En una economía circular, al igual de como sucede en la naturaleza, los residuos NO existen; y por lo tanto, se deben eliminar deliberadamente del diseño. Para poder aplicar correctamente este enfoque, es necesario distinguir dos tipos materiales incluidos dentro del sistema y que poseen orígenes y tratamientos diferentes: los materiales biológicos y los materiales técnicos.
Los materiales biológicos son todos aquellos que no son tóxicos y que, al ser de descendencia orgánica, pueden ser reincorporados de manera segura a la biósfera a través del compostaje o la digestión anaeróbica.
Los materiales técnicos (como los plásticos, metales, aleaciones y otros productos artificiales), si bien no poseen la virtud de poder reintegrase a la biósfera, SÍ pueden ser diseñados para reincorporarse al proceso circular de producción mediante reutilización, restauración o reciclaje, lo cual minimiza la aportación de energía necesaria al ciclo y maximiza la retención de valor.
La lógica nos dice que es imposible basar todo un sistema económico en nutrientes puramente biológicos y que tengan impacto cero en el medio ambiente. Pero si es factible y aconsejable hacer un control minucioso de los nutrientes técnicos necesarios para cumplir el estándar de regeneración desde el diseño en el que se fundamenta la economía circular.
2. Generación de resiliencia a través de la diversidad: La economía circular valora la diversidad como una forma de generar resiliencia, es decir, la capacidad de absorber perturbaciones externas sin sufrir modificaciones en su estructura y funcionalidad. En muchos sistemas, la diversidad es un motor fundamental de versatilidad y resistencia. Por ejemplo, la biodiversidad en los sistemas vivos es fundamental para la sobrevivencia y la adaptación a los cambios ambientales.
De forma similar, la economía precisa de un equilibrio que afecte a varias escalas de actividad para prosperar a largo plazo. Por ejemplo, las empresas más grandes son las que aportan mayor volumen y eficiencia, mientras que las pequeñas ofrecen modelos alternativos que favorecen la estabilidad a través de la diversidad de opciones complementarias que aportan sus diferentes actividades.
3. Impulsión de la economía con energías renovables: La energía necesaria para impulsar la economía circular debe ser indispensablemente de carácter renovable. Esto debe ser así para reducir la dependencia de la economía actual de las fuentes de energías finitas, como lo son los combustibles fósiles, y, al mismo tiempo, para incrementar la resiliencia de los sistemas frente a las crisis.
Este aspecto queda ampliamente demostrado si se analiza lo ocurrido a lo largo de la historia con el petróleo, la productividad de las industrias cayó en picado cuando hubo una perturbación en el suministro de este recurso (Ejemplo: la crisis del petróleo de 1970). Adicionalmente, recurrir a las energías renovables es una alternativa que la economía circular favorece en sí misma, como consecuencia de los menores umbrales de energía que se necesitan en los ciclos productivos y servicios de tipo circular.
4. Pensar en Sistemas: En una economía circular, el pensamiento basado en sistemas se debe aplicar de forma generalizada. Numerosos elementos del mundo real, tales como empresas, personas o plantas, forman parte de sistemas complejos en los que las distintas partes están fuertemente vinculadas e interactúan entre sí, lo que implica la ocurrencia de relaciones y consecuencias inevitables. Para lograr una transición efectiva y estable hacia la implantación de la economía circular, estos vínculos se han de tener en cuenta de modo permanente.
Para evitar los enfoques simplistas, cada caso de aplicación de procesos circulares a un determinado sector debe tener presente todos los parámetros que puedan desempeñar un papel destacado en la sostenibilidad global de la circularidad.
5. Reflejar los costes reales en precios y mecanismos de retroalimentación: En la economía circular, los precios actúan como indicadores y, por consiguiente, deben ser reflejados con su valor real y total para ser considerados con objetividad. Los costes totales de los factores externos negativos también se deben conocer, valorar y tener en cuenta con objetividad, eliminando los subsidios o incentivos que en ciertos casos puedan distorsionar su valor real. La falta de transparencia sobre el coste de los factores externos actúa como una barrera que impide la transición equilibrada hacia la economía circular.
Con el fin de facilitar la elaboración de una taxonomía común que ayude a inversores a identificar y financiar iniciativas empresariales que se acoplen con la economía circular, varios expertos detectaron que existen 9 estrategias principales que engloban a casi todas las actividades de la economía circular. Y dada su importancia, estas estrategias han sido nombradas como las 9 erres de la economía circular. El objetivo último de todas las estrategias es evitar que un producto, componente o materia prima acabe en un vertedero o incinerado antes de tiempo; es decir, alargar la vida y optimizar la vida y valor de los productos, componentes y materiales el máximo tiempo posible.
1. Rechazar: Esta estrategia tiene como objetivo renunciar a productos, o algunos de sus componentes, que sencillamente no hacen falta, o bien pueden redefinirse de tal forma que no sea necesario producirlos en primar lugar, al ofrecerse con un servicio o un bien sustituto novedoso a través de, por ejemplo, plataformas digitales.
2. Repensar: Esta estrategia tiene como objetivo lograr un uso más intensivo de los productos a través de, por ejemplo, modelos de plataformas de servicios, reutilización, economía colaborativa o de la puesta en circulación en el mercado de productos multifuncionales. Esto premia el tipo de contrato entre empresas y consumidores que transfiere un servicio, y no la propiedad de un producto.
3. Reducir: Esta estrategia tiene como objetivo incrementar la eficiencia en la fabricación y el uso de los productos al consumirse menos recursos naturales y materiales.
Una de las características de los productos fabricados de acuerdo con los principios de economía circular es que, siempre que sea posible, se deben emplear energías renovables en su proceso de fabricación y, por sobre todo, deben ser energéticamente eficientes tanto en su fabricación como en su uso. Adicionalmente, se deberá perseguir la eficiencia energética durante la utilización del consumidor.
4. Reutilizar: Esta estrategia tiene como objetivo dar un nuevo uso a un producto que aún se encuentra en buenas condiciones y cumple su función original con el mismo objetivo para el que fue concebido.
Las aplicaciones de esta estrategia son innumerables; a fin de cuentas, siempre ha existido las tiendas de segunda mano y outlets; pero ahora, gracias al desarrollo masivo de la telefonía móvil en las grandes ciudades, esta se ha redefinido y potenciado.
5. Reparar: Como su nombre lo indica, esta estrategia tiene como objetivo reparar y mantener un producto defectuoso, de modo que pueda volver a usarse para su función original.
Para que sea aplicable en la economía circular, la reparación requerirá una mayor estandarización de las piezas y componentes en sectores como el de la electrónica, las baterías y la automoción.
6. Restaurar: Como su nombre lo indica, esta estrategia tiene como objetivo restaurar y poner al día productos antiguos, siguiendo un sistema de calificación determinado.
Si bien esta estrategia puede resultar difícil de distinguir entre las de reparar y restaurar, pensar en el objeto en cada una de estas etapas ofrece una primera imagen intuitiva de diferenciación. La reparación supone arreglar un producto dentro de su primer ciclo de vida; restaurarlo, en cambio, significa poner al día un producto que, en la mayoría de los casos, ya ha cruzado el umbral del primer ciclo y cuya calidad se mide, precisamente, según la relación que guarda con él.
7. Refabricar: Esta estrategia tiene como objetivo usar partes de productos descartados en otros nuevos que cumplen la misma función. Refabricar un producto supone recogerlo, analizar su estado, desmontarlo, reacondicionar y reemplazar piezas y componentes, volver a ensamblarlo, comprobar su nivel de calidad y revenderlo en un estado seminuevo. Desde el punto de vista del consumidor, un producto remanufacturado tiene que ser idéntico al nuevo, además de gozar de una garantía similar, si no mejor.
8. Redefinir: Esta estrategia tiene como objetivo tomar un producto innecesario, o algunas de sus partes, y colocarlo en otro nuevo con una función distinta. Un producto desgastado por el uso o que cumple una función obsoleta puede ser redefinido para otorgar una nueva vida a sus componentes o materiales. Esta redefinición no está limitada solo a la escala o sector original del producto; es una estrategia donde la capacidad de innovar otorga un nuevo valor a un producto, componente o material en desuso.
9. Reciclar: Por último, la estrategia el reciclaje consiste en la recuperación de material de residuos que puedan procesarse de nuevo en la fabricación de nuevos productos, materiales o sustancias, para objetivos similares a los de sus productos originales o no. También incluye el reprocesamiento de materia orgánica, pero no la recuperación de energía ni el procesamiento de material que se utiliza como fósiles o para operaciones de relleno.
Aunque el reciclado es la estrategia que una gran mayoría de personas relaciona con la economía circular y, sobre todo, con la sostenibilidad, en realidad, supone la última estrategia de la lista, al no resultar ni tan sostenible ni tan rentable como las anteriores. El reciclado se enfrenta con un gran número de retos, como la correcta separación de materiales o la preservación de la pureza de estos a través de diversos ciclos.
Todas estas estrategias mencionadas escenifican bien lo que pretende un modelo industrial circular: rediseñar productos y procesos de forma que se elimine la noción de basura, residuo o desecho.
Si bien las estrategias de las 9R’s de la economía circular dan un marco teórico bastante orientativo de cómo alargar la vida útil de los productos y reducir la cantidad de residuos, puede resultar insuficiente si no se acoplan con modelos de negocios rentables que garanticen sus correctas aplicaciones. Por fortuna, están surgiendo cada vez más iniciativas remunerables que aseguran que la economía circular puede funcionar en tiempos actuales. De entre otros, los modelos de negocio principales que hacen funcionar la economía circular son los siguientes:
La economía colaborativa (o consumo colaborativo) se define como una interacción entre dos o más personas, a través de medios digitalizados o no, que satisface una necesidad real o potencial de alguna, o algunas, de ellas.
Se distinguen tres sistemas de consumo colaborativo:
Las plataformas digitales establecen un marco en el que los usuarios pueden interactuar entre ellos en la misma plataforma. Los usuarios seleccionan el rol que desean en cada momento, o varios roles simultáneamente (por ejemplo, vendedor y comprador) en un sistema abierto y dinámico. Normalmente existe un sistema de evaluación entre usuarios mediante el cual adquieren una reputación y con ella la confianza necesaria para seguir llevando a cabo la actividad que desean.
Cuanto mayor sea el número de usuarios que exista en la plataforma digital mayor valor tendrá la misma, los usuarios tendrán más posibilidades de elección y desarrollo, serán mejor evaluados, y la confianza estará más contrastada.
Se conoce como suprareciclaje, o upcycling, a la transformación de un objeto que ha quedado obsoleto o está destinado a ser residuo, en otro producto que pueda ser utilizado y que sea de un valor igual o mayor al artículo original. Es un proceso que combina las tres erres del ecologismo: reduce el consumo de nuevos productos y materias primas y las reutiliza.
La innovación en tecnología de reciclaje está evolucionando rápidamente y hace posible la producción de bienes de alta calidad con resultados fantásticos en cuanto a sostenibilidad.
Cuando hablamos de remanufacturar nos referimos a restaurar un producto o componente desgastado que, una vez llagados al final de su vida útil, son utilizados como recursos para fabricar nuevos o mejorados productos, o sea, de una calidad igual o superior a la anterior. Este sistema permite recuperar una gran parte del valor del producto en forma de materiales, energía y conocimiento almacenado durante el proceso de diseñado y fabricación.
Tomemos como ejemplo el proceso de manufactura de un lavarropas, para su refabricación primero debemos obtener los cascos o “núcleos”, componentes que han llegado al final de su vida útil, y que mediante un sistema de logística inversa se transportan nuevamente hasta el centro de manufactura. Para el caso de nuestro aparato, el “núcleo” sería el motor eléctrico que tiene en su interior, o su regulación electrónica, que se encuentra en desuso o con avería.
Una vez que el “núcleo” llega al sitio especializado aquí se le aplican los procesos técnicos pertinentes de manera que, al final del proceso, obtengamos un producto de una calidad y garantía igual o superior al producto original, comparado con una de primera mano. Esto tiene de bueno que, a diferencia del proceso de reciclaje, que recupera solo una parte de los materiales y la energía del producto, la Remanufactura evita pasar nuevamente por las fases convencionales de desarrollo y fabricación necesarias y permite recuperar la mayor parte de los materiales, energía y los conocimientos que se han incorporado en el producto.
Un sistema productos-servicios consiste en una mezcla de productos tangibles y servicios intangibles, diseñados y combinados de manera que, conjuntamente, sean capaces de satisfacer las necesidades finales del consumidor. Este concepto se apoya en dos pilares: Uno de ello, es tomar la funcionalidad o satisfacción que el usuario quiera alcanzar como punto de partida del desarrollo del negocio, y a continuación se elabora un sistema de negocio que proporcione tal funcionalidad con una mentalidad de «terreno no urbanizado», en lugar de tomar como dadas e inamovibles las estructuras y rutinas existentes y la posición de la propia empresa.
Existen diferentes tipos de sistemas productos-servicios:
El diseño ecológico consta de la metodología utilizada para diseñar productos industriales en el que el medio ambiente es un factor adicional que se tiene en cuenta durante el proceso de desarrollo de un producto. Así pues, este factor se suma a los tradicionales como los factores estéticos, los costes de producción o la calidad. El Ecodiseño ha permitido conseguir grandes oportunidades comerciales y, a su vez, reducir el consumo de productos y recursos, optimizar la calidad, aumentar la vida útil de los productos y trabajar con recursos y energías más sostenibles.
En definitiva, si cualquier empresa quiere abogar por el Ecodiseño. La estandarización de sus productos, con componentes recuperables o biodegradables será fundamental.
De nada serviría aplicar todo lo visto si cada actividad de recuperación de valor se llevase a cabo de manera indiferente al resto de las industrias. Es por ellos que, para lograr un progreso real, con grandes transformaciones es necesario que las industrias se integren en un sistema más amplio de infraestructura simbiótica. Y para que esto ocurra será necesario la adopción generalizada de modelos de ecosistemas. Es decir, redes de procesos industriales interconectados entre sí y que funcionan como ecosistemas en la forma en la que comparten recursos. Y al hacerlo, aumentan radicalmente la cantidad de productos útiles a partir de unos mismos insumos. En la práctica, estas redes se manifiestan en forma de Parques Ecoindustriales.
Tal vez el caso más famoso de todos sea el del parque ecoindustrial de Kalundborg, oriundo de Dinamarca. En dicha ciudad, se ha construido una simbiosis inteligente entre diversos procesos productivos. Gracias a sus interacciones, el parque de Kalundborg ha conseguido ahorrar hasta 240 toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero y 264 millones de galones de agua al año.
Si se detectan las fuentes de contaminación de las actividades humanas y se estudian los impactos ambientales provocados por la economía lineal en los últimos dos siglos de historia, el reemplazo por el modelo de la economía circular promete los siguientes beneficios medioambientales:
Reducción de emisiones de Dióxido de Carbono: En relación a los niveles de emisiones actuales, seguir por la senda del desarrollo económico circular podría reducir a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero de aquí al año 2030, según un estudio realizado por diversos organismos de entre los que destacan la Fundación Ellen MacArthur. Ello significaría la reducción del 48% de las emisiones de dióxido de carbono relacionadas con la movilidad, los sistemas de alimentación y el entorno construido, cifra que podría elevarse hasta valores superiores al 80% en el horizonte del año 2050.
Reducción del consumo de materias primas: Estudios específicos estiman que, orientando la producción por la senda del desarrollo económico circular, es posible reducir el consumo de materias primas en un 32% de aquí al año 2030, y en un 53% de aquí al año 2050, con respecto a la actualidad.
Estas cifras han sido estimadas en función de la optimización en el uso de materiales y demás recursos empleados en sectores industriales diversos y en la construcción, en la aplicación de políticas circulares en el ámbito del empleo de fertilizantes sintéticos, pesticidas y uso del agua en la agricultura, y en la reducción del consumo de combustibles fósiles y electricidad no renovable.
Mejora de la productividad y de la calidad del suelo: El deterioro del suelo supone en todo el mundo un coste estimado anual de 40.000 millones de dólares, sin tener en cuenta los costes ocultos derivados del aumento del uso de fertilizantes, de la pérdida de biodiversidad y de la degradación de entornos paisajísticos singulares. Aplicando los principios de la economía circular es posible incrementar la productividad del suelo, reducir los residuos en la cadena de valor de la alimentación, y recuperar el valor de la tierra y del suelo como activos, al devolverles los nutrientes mediante la acción espontánea de los mecanismos naturales y resilientes de los ciclos ecológicos.
Al movilizar el material biológico a través de procesos de compostaje o de digestión anaeróbica para luego devolverlo al suelo, la economía circular permite reducir la necesidad de reposición mediante el empleo de nutrientes adicionales. Por este conducto, el uso sistemático de los residuos orgánicos como fertilizantes puede ayudar a regenerar el suelo y a sustituir los abonos químicos en cantidades dignas de consideración.
Reducción de externalidades negativas: Es fácil deducir, porque hechos concretos así lo demuestran, que la economía circular propicia la gestión eficaz de las externalidades negativas, tales como el mal uso del suelo, la contaminación acústica, del aire y del agua, el vertido de sustancias tóxicas, y el cambio climático.
Un claro ejemplo de externalidad negativa lo constituye la pérdida de tiempo ocasionada por la congestión del tráfico de vehículos en ciudades y carreteras. La adopción de modelos circulares en el ámbito de la movilidad y del transporte puede beneficiar a los ciudadanos al inducir, mediante estrategias adecuadas, nuevos modelos de comportamiento en este terreno, así como en el del diseño urbanístico. Se estima que por esta vía es posible reducir el coste del tiempo perdido como consecuencia de las congestiones en un 16% en el año 2030, y en casi un 60% en el año 2050. Por la importancia que adquiere la movilidad cuando se la enfoca desde el punto de vista de la economía circular, se volverá a analizar este aspecto con mayor detalle en posteriores apartados.
Además de los beneficios ambientales que asegura la adopción de la economía circular, este modelo traerá consigo también los siguientes beneficios para las sociedades y sus ciudadanos:
Incremento en la renta disponible: El análisis de tres de los sectores más importantes para la sociedad: movilidad, alimentación y entorno de la construcción, permite llegar a la conclusión de que el desarrollo económico circular puede incrementar de modo significativo la renta disponible de una familia media como resultado de la reducción del coste de los correspondientes productos y servicios, y de la conversión de tiempo improductivo en productivo. Este hecho se hace patente si se tiene en cuenta, por ejemplo, la reducción de los costes derivados de la pérdida de tiempo en desplazamientos ocasionada por la congestión del tráfico.
Aumento de la calidad y reducción del precio de productos y servicios: La mejor calidad y el mayor beneficio económico para los clientes pueden obtenerse aprovechando la mejor relación calidad/precio que ofrecen los modelos circulares. Las opciones de elección por parte de los ciudadanos aumentan, ya que las empresas ofrecen la posibilidad de personalizar los productos o servicios para satisfacer mejor las necesidades “reales” de los clientes, estimulando la mejor adaptación de la oferta a una demanda más objetiva, y reduciendo las posibilidades de compra compulsiva.
Reducción de la obsolescencia programada: Los productos fabricados para durar o para ser reutilizados repercuten en el presupuesto de los ciudadanos y en su calidad de vida. Si el cliente evita la obsolescencia, podrá reducir considerablemente los costes totales de propiedad y dispondrá de mayor comodidad, ya que evitará las dificultades que conllevan las reparaciones y las devoluciones.
Mejoras en prevención, seguridad y salud personal y ambiental: La preocupación y la sensibilidad de la sociedad en relación con la seguridad y la prevención de riesgos generan una creciente demanda de recursos y servicios especializados en este terreno. Alcanzar, y luego mantener, niveles óptimos en materia de seguridad e higiene ambiental, ha de ser el objetivo fundamental de la prevención. Es sobre la base de esta premisa que se ha de proyectar cualquier estrategia de prevención basada en los principios de la economía circular, pero este principio se ha de aplicar de modo transversal y en el sentido más amplio del término, es decir, el de la prevención dirigida no solo al individuo en su entorno inmediato de vida y trabajo, sino también al ámbito de la gestión sostenible de todos los recursos del planeta.
El nuevo modelo económico que propone la economía circular es tan ambicioso y transversal que medir el impacto que tiene una organización en éste resulta por ser algo prioritario para saber que cosas se están haciendo bien y cuáles se pueden mejorar.
En este sentido, existen distintos alcances y escalas de aproximación desde los que una organización puede contribuir con la transición de un modelo lineal a un modelo circular, que requieren maneras distintas de medir y de interpretar los resultados de la medición.
Según todo lo anterior, el primer paso será definir la escala o escalas de aproximación, que pueden ser tres:
Alcance 1: Métricas de eficiencia operacional
Medida de los principales flujos físicos de entrada y salida en la organización, incluyendo su cadena de valor.
Ejemplo de indicadores:
Eficiencia en el uso de materias primas, reciclaje y valorización |
Emisiones de Gases de Efecto Invernadero evitadas debido al reciclaje |
Tasa de recuperación de residuos o embalajes provenientes de productos de la compañía o procesos productivos (incluyendo el agua) |
Tasa de valorización de residuos |
Porcentaje de materiales reciclados utilizados en el proceso productivo como materia prima (incluyendo el agua) |
Reducción en el consumo de energía total o por unidad de producto |
Reducción en el consumo de agua total o por unidad de producto |
Ecodiseño (de productos y servicios) |
Tasa de Reciclabilidad de los productos (%, eficiencia, número y diversidad de componentes, facilidad de separar materiales…) |
Tasa de Reparabilidad de los productos |
Tasa de Remanufactura de los productos |
Durabilidad y reutilización de los productos (por ejemplo, producto vendido como servicio) |
Número de productos o servicios asociados a una nueva área de negocio sostenible |
Extensión de la vida útil de los productos (reutilización, reparación) |
Cálculo del ahorro de combustibles fósiles y dióxido de carbono evitado por los clientes debido al uso de productos que provienen de la reutilización o reparación |
Porcentaje de productos reparados o reutilizados vendidos frente a los productos nuevos |
Alcance 2: Métricas de desempeño circular
Medida del potencial circular de la organización considerando sus propias operaciones y las de su cadena de valor.
Ejemplo de indicadores:
Cadena de valor circular |
Porcentaje de energías renovables y biomasa en la mezcla energética |
Porcentaje de materias primas de fuentes renovables en la composición de los productos vendidos |
Porcentaje de materiales reciclados en los productos provenientes de proveedores |
Porcentaje de insumos sostenibles utilizados en la empresa (por ejemplo, papel reciclado) |
Colaboración con la cadena de suministro, política de compra y proximidad |
Alcance 3: Métricas de creación de valor circular
Medida del impacto del incremento de la circularidad de la organización en el avance hacia una economía circular a nivel global, considerando la economía, el medio ambiente y la sociedad. Para ello, las organizaciones deberían considerar las metas de los Objetivos del Desarrollo Sostenible y sus indicadores correspondientes.
Ejemplo de indicadores:
Simbiosis industrial |
Porcentaje de materias primas secundarias utilizadas para la producción |
Cantidad de materiales y energía intercambiadas con otras empresas o grupos de interés (sector agrícola, por ejemplo) |
Porcentaje de aguas residuales tratadas reutilizadas |
Una vez que la organización ha identificado su alcance o aproximación a la economía circular, el siguiente paso será identificar los flujos de materiales prioritarios en el ciclo de vida de sus productos, procesos y servicios (Los relacionados con el 1° Alcance), según su posición en la cadena de valor.
Una de las aproximaciones más comúnmente utilizadas es el Análisis de Ciclo de Vida. Dicho análisis permite identificar claramente los posibles flujos de materiales físicos de entrada y salida que podrían ser considerados para medir la potencial circularidad de una organización.
A continuación, se detallan los distintos tipos flujos de entrada que podrían considerarse en una organización:
A. Materias Primas
B. Fuentes de Energía
Adicionalmente, será necesario identificar los posibles flujos de salida, que podrían considerarse los siguientes:
Una vez identificados aquellos flujos de entrada y salida relevantes para la organización, será necesario recopilar la información necesaria para su medición, que dependerá de la naturaleza del negocio y de la escala (empresa completa, unidades de negocio, departamentos, grupos de productos o producto único o fábrica).
Luego de una primera fase de análisis de situación y de autodiagnóstico, será necesario identificar dónde están las prioridades o dónde están los puntos de la cadena de valor en los que es más relevante actuar, considerando el objetivo final de mejorar la triple cuenta de resultados económicos, ambientales y sociales.
Aunque no existe un marco global de seguimiento y medida ampliamente extendido y aceptado para medir el paso de una economía lineal a circular que también mida los esfuerzos empresariales a las metas asociadas a los Objetivos del Desarrollo Sostenible, sí existen otras aproximaciones que pueden servir para tal fin.
En este sentido, existen marcos, herramientas, certificaciones y estándares que permiten a las organizaciones medir su avance hacia una economía circular, aunque no existe un marco de referencia ideal, sino que depende del nivel de ambición, de madurez, del sector y de la tipología de empresa. Éstos pueden clasificarse de distintas maneras: marcos globales, marcos nacionales vinculados con el sector público y marcos para el sector privado (guías y estándares, herramientas y certificaciones), entre otro.
A continuación, se detallan aquellos más relevantes para las empresas, destacando sobre todo los que tienen una clara aproximación empresarial, identificando sus ventajas e inconvenientes para facilitar la toma de decisiones:
La elección de uno u otro marco (guía, estándar, herramienta o certificación) dependerá del alcance y del objetivo de la empresa.
Tal vez el primer registro dónde se hace alusión a la economía circular, aunque sin definirse con ese nombre, sea el impartido por el economista inglés Kenneth E. Boulding, quien en el año 1966 explicó que para garantizar un lote ilimitado de materias primas y de producción industrial se debería abandonar el sistema de producción lineal e ingresar a un sistema de producción “cíclico”. El ensayo de Boulding “La economía de la futura nave espacial Tierra” se cita a menudo como la primera expresión de la “economía circular”, aunque en realidad Boulding nunca utiliza utilizó dicho término.
Posteriormente, en el informe de investigación: “El potencial de sustitución de la mano de obra por energía” realizado en 1976 a la Comisión Europea, Walter Stahel y Genevieve Reday esbozaron la visión de una economía en bucles (o economía circular) y su impacto en la creación de empleo, la competitividad económica y el ahorro de recursos y prevención de residuos. El informe fue publicado en 1982 como el libro “Trabajos del mañana: El potencia de sustituir la mano de obra por energía”.
La economía circular como tal, fue modelada por los economistas ambientales británicos David W. Pearce y R. Kerry Turner en 1989. En su libro “La economía de los recursos naturales y el medio ambiente”, señalaron que una economía tradicional de composición abierta se desarrolló sin una tendencia hacia reciclaje, lo que produjo en consecuencia de que el tratamiento de residuos tuviese al medio ambiente como zona de depósito.
Ya a principios de la década de 1990, otro economista llamado Tim Jackson comenzó a crear la base científica para este nuevo enfoque de la producción industrial en su colección editada “Estrategias de producción sostenible” donde se incluyó capítulos de escritores destacados en el campo, como Walter R Stahel, Bill Rees y Robert Constanza. Bajo el concepto del aquel entonces llamado ‘gestión ambiental preventiva’, en su libro posterior: “Problemas materiales: contaminación, ganancias y calidad de vida” se sintetizó los hallazgos realizados en un manifiesto para el cambio, alejando la producción industrial de un sistema lineal extractivo hacia un sistema más economía circular.
En definitiva, la economía circular como la conocemos hoy en día se fue forjando por los aportes individuales de muchos autores con enfoques diferentes sobre la necesidad de otorgarle más circularidad a los procesos industriales. Algunas de las influencias teóricas relevantes que fueron surgiendo en el último tramo del siglo pasado son el concepto de la cuna a la cuna, las leyes de la ecología, la economía de bucle y rendimiento (Walter R. Stahel), diseño regenerativo, ecología industrial, biomimetismo y economía azul.
En 2013, se publicó un informe titulado “Hacia la economía circular: justificación económica y empresarial para una transición acelerada”. El informe, encargado por la Fundación Ellen MacArthur y desarrollado por McKinsey&Company, fue el primero de su tipo en considerar la oportunidad económica y comercial que representa la transición a un modelo circular restaurativo. De aquí en más, la economía circular se terminó por convertir en un movimiento con progreso sistematizado.
La aplicación de los principios y fundamentos de la Economía Circular puede generar importantes ventajas en el sector agroalimentario. Entre otras, además de las que entran en el terreno específico de la ecoinnovación, del transporte y de la comercialización y distribución de alimentos, cabe citar las resumidas a continuación.
La economía circular puede contribuir a optimizar el uso del agua en la agricultura y en las industrias asociadas a través de las siguientes prácticas:
La adopción de la circularidad en las infraestructuras y equipamientos agroalimentarios puede contribuir a la optimización energética si se aplican estrategias de:
Residuos y subproductos constituyen recursos productivos de gran valor cuando son reincorporados a los ciclos de producción de acuerdo con los principios de la economía circular. En tal sentido, las siguientes opciones son atractivas cuando se llevan a cabo en el sector agroalimentario, donde las pérdidas de alimentos ocasionadas por una deficiente gestión son importantes:
En un contexto globalizado, sujeto a la volatilidad y a la inestabilidad del sistema económico, es necesario gestionar las inversiones en activos físicos y equipamientos procurando extender al máximo su vida útil. El sector agroalimentario no escapa a esta necesidad, y debe procurar enfocar las inversiones sobre la base de estrictos criterios de sostenibilidad, para lo cual debe basar las estrategias de inversión en los siguientes principios de economía circular:
Si se aplican los principios y fundamentos de la Economía Circular, será posible alcanzar con éxito la sostenibilidad integral del sistema, y así cubrir las necesidades de una población en continuo aumento, a la cual es esencial garantizar una alimentación equilibrada y saludable.
El agua, como parte de una economía circular, debe retener su valor total después de cada uso y finalmente regresar nuevamente al sistema. Y en lugar de centrase únicamente en su purificación, se debe intentar evitar su contaminación o crearse un sistema en el que el agua circule en circuitos cerrados, lo que permita un uso repetido.
Cuando el agua se utiliza para fines industriales, el objetivo principal no debe ser mantenerla libre de contaminantes, sino gestionarse la integridad del ciclo de circuito cerrado. Las situaciones que favorecen la visión duradera incluyen aquellas en las que sería demasiado costoso eliminar los disolventes y volver a crearlos. Siempre que sea posible, la energía y los nutrientes deben extraerse del agua consumible.
La inclusión del agua en un modelo de economía circular se puede abordar de diferentes formas para favorecer la innovación. Alguna de ellas implicaría:
Además, aparte de poder reutilizarse, se pueden extraer energía y nutrientes del agua. En este sentido, el tratamiento y la reutilización de aguas residuales pueden tener muchos beneficios, como ayudar a la productividad en la agricultura y aumentar la producción a través de “más cultivos por gota”. También puede proporcionar una nueva fuente de materiales cuando se lleva a cabo en la industria minera o puede resultar en una nueva fuente de energía, por ejemplo, a través de la producción de metano cuando se separan los lodos biológicos de esta. Gracias al desarrollo tecnológico, existen resultados prometedores que incluso muestran la posibilidad de crear biopolímeros de valor agregado como subproducto del tratamiento de aguas residuales.
Pero a pesar de los avances y esfuerzos, el tratamiento de aguas residuales enfrenta muchos desafíos en todo el mundo, y su insuficiencia se considera uno de los principales problemas relacionados con el agua. El nivel medio de tratamiento de aguas residuales se acerca al 70% en los países de ingresos altos, mientras que es del 38% en los países de ingresos medianos altos y del 28% en los países de ingresos medianos bajos. Menos del 5% del agua se reutiliza en todo el mundo y, lamentablemente, la disponibilidad de agua reciclada aumenta a medida que aumenta el uso de agua.
Se están realizando algunos esfuerzos importantes en todo el mundo para abordar los desafíos mencionados y fomentar un modelo de economía circular desde la perspectiva de las aguas residuales. Un ejemplo alentador de innovación en la gestión del agua, bajo una visión circular integrada del ciclo del agua, es la planta de tratamiento de aguas residuales municipal de Milano-Nosedo, donde se aplica el concepto “agua-alimentos-energía” al tiempo que se coloca el tratamiento de aguas residuales en el centro del problema. Las aguas residuales tratadas se reutilizan con fines agrícolas con una producción de 45% de maíz, 15% de arroz y 40% de pasto y cereales. Además, la producción de energía se utiliza para el sistema de calefacción y refrigeración de la planta de tratamiento de aguas residuales.
Los avances tecnológicos y los casos de éxito pueden ser una inspiración en la búsqueda de este modelo de economía circular. Sin embargo, es necesario abordar muchos desafíos para aumentar las posibilidades de integrar el tratamiento de aguas residuales en un modelo de economía circular.
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